Una discapacidad no limita la capacidad de amar

Mi vida siempre giró en torno a lo que me encantaba hacer; bailar ballet, ese era mi mundo y mi pasión…  después de bailar 16 años, por problemas de salud me tuve que retirar y pensé que nunca encontraría algo que quisiera tanto… pero me equivoqué, porque encontré algo que no solo me daba una alegría a mí, sino que también podía hacer feliz a alguien más y eso era aun más satisfactorio para mí, y así es como quisiera empezar mi historia…

Yo llegué a Unidos sin saber que ese iba a ser el lugar donde me enamoraría por completo y que sería un lugar lleno de magia del cual no iba a poder salir…

Fue un 13 de noviembre cuando llegué simplemente para poder realizar un trabajo de la carrera y cómo se trabajaba dentro de Unidos, sin saber que ya no iba a querer irme. Recuerdo que la orientadora de mi grupo pensó que yo ya tenía mucho tiempo ahí, así que solamente me dijo “te tocará con Ángel”, yo sin saber me puse a platicar con él y el simplemente me sonreía o me decía que si…  media hora después el se me queda viendo a los ojos y me sonríe señalándome sus oídos y me dice que no… el no escuchaba nada de lo que yo le decía y ahora que lo pienso me río pero en ese momento no sabía qué hacer  y a como pudimos nos fuimos entendiendo a lo largo del día, y en el estadio nos la pasamos increíble y nos hicimos muy buenos amigos…  al terminar el día no cabía la sonrisa en mi cara, iba tan contenta que lo único que quería era contarle a mi familia y a mis amigos cómo me había ido y qué me había pasado… 

Fue en verano cuando me invitaron a participar en el campamento, y ahí  fue cuando me enamoré por completo de todo lo que es Unidos, no sólo los amigos con discapacidad, si no todas las personas que trabajan detrás de esto para que salga bien, levantarme temprano todos los días valía la pena porque por más cansada que estuviera, yo sabía que al llegar ahí se me iba a olvidar e iba a disfrutar cada minuto que pasara en ese lugar; ir a Unidos se había convertido es un estilo de vida para mí como lo era el ballet, solo que la alegría que sentía era más grande y más fuerte. Después, me invitaron a ir al Viaje Especial y, si todas las experiencias que ya había tenido no me habían bastado para confirmarme a mí misma que me encantaba lo que hacía, ésta fue la indicada convivir  no sólo una mañana si no las 24 horas del día con esta familia que conocemos como Unidos fue algo maravilloso y que me faltarían palabras para poder describir, ver en los ojos, no sólo de los amigos con discapacidad sino también de todos los voluntarios que lo que estábamos haciendo era por amor y no por otra razón, y que el momento en el que voltearas a ver a alguien siempre había sonrisas en los rostros, esas son las cosas que hacen que no te quieras alejar, el saber que puedes ser la razón para que alguien tenga un buen día, son las cosas que hacen diferente no sólo la vida de los demás sino la propia.

Cada día que pasa me han brindando la oportunidad de irme acercando un poco más y yo no sabría como agradecerlo, pero creo que la única forma de hablar en este lugar es con amor y sonrisas, pues no necesitas nada más…

Lily Medellín