viernes, 25 de noviembre de 2011

Cuando una sonrisa dice más que mil palabras.

Entrar a Unidos y seguir en sus filas de voluntario ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. De lo único que me arrepiento es de no haber tomado esta decisión antes y no haber disfrutado de esta magia que me envolvió desde el primer día y que hoy, después de 3 años e innumerables actividades unidescas sigo viviendo día a día. Trataré de explicar con palabras un poco la historia que me ha tocado vivir en Unidos.

Mi historia comenzó cuando por ley en mi Universidad debía hacer servicio social. Por cosas de la vida (y gracias a la oportunidad de la gente de oficina) tuve la dicha de realizarlo en Unidos. Mi primer programa fue Noches de Rol que son salidas los viernes en la noche. El viernes 30 minutos antes de ir al punto de encuentro estaba “paniqueado”. ¿Cómo iba a platicar con los chavos con discapacidad? me preguntaba. ¿Qué les digo?, ¿cómo los trato? ¿y si no les agrado? En mi mente pasaban miles de dudas mientras me acercaba al registro del programa. Pero, había algo que no me dejaba pensar, había música, la gente de oficinas bailando, otros chavos de mi edad con sus chalecos de colores naranja y verde fosforescente dándonos la bienvenida. “Hola Jimmy, mucho gusto, me llamo Mary Casas y seré tu orientadora en Noches de Rol en el grupo de la Raza”. Yo la veía nervioso y un poco serio. Me preguntó que si me sucedía algo y sinceramente le dije estaba un poco nervioso por no saber cómo actuar y ella me dijo: “sólo actúa como si salieras con tus amigos un viernes por la noche”.

Quedé enamorado. La compañía, la música, la raza,los brothers y la banda. Los gritos y el baile. La plática, previo y después del antro, todo, fue maravilloso. Llegué a mi casa y fuí con mis hermanas a contarles como me había ido. Sólo les dije: “deben meterse, es increíble”.
Mis compañeros de carrera se quejaban de sus servicios sociales, que tenían que levantarse temprano, que les daba mucha flojera. Otros me tachaban de tonto porque ellos terminaron su servicio social en 6 meses y yo me tardaría 1 año en hacerlo. Pero, sinceramente yo no lo veía como un servicio social, era ya un pasatiempo para mi.
Por mi “destacada actitud” me pidieron en oficinas que fuera parte del Staff de Campamento de Verano. Y con esta invitación, vinieron también  más responsabilidades. El sudor, el cansancio, la piel quemada, la desmañanada se hicieron presentes todos los días de ese Julio de 2008. Pero se multiplicaron las carcajadas, las sonrisas, las alegrías, las canciones, los bailes, las fiestas, los amigos, los abrazos.
Terminó el 2008 y el 2009 trajo mi carta de terminación de servicio social y fue ahí cuando dije: “Quiero Más”. Fui voluntario en Noches de Rol y me invitaron a ser Orientador del mejor grupo de Unidos Monterrey, el grupo Verde.

Fué ahi donde tuve el mejor contacto con la discapacidad que hasta el momento he tenido. Conocer a mis chavos como la palma de mi mano, saber cuando estaban molestos, tristes, felices, hambrientos, etc. Arrancarles una sonrisa a los hombres más rudos del campamento, sentarlos a hacer manualidades, hacer bailar a “los más hombres”. Conocer la vida familiar de mis muchachos y compartir sus penas, sus pesares, pero también sus alegrías y sus éxitos. Sin dejar de un lado a todos mis voluntarios que traían la camiseta verde bien puesta y que espero que muchos, como yo, hayan quedado enamorados del proyecto.
El 2010 me alejó de Unidos. Mis últimos semestres en la Universidad y el inicio de la vida laboral hicieron que la etapa de voluntariado y staff pasara. Era difícil, de verdad, asistir a clases de verano para adelantar materias y saber que no estaba ni cerca del calor que sólo Unidos podía darme.
Iniciado el 2011, imaginaba que Unidos había terminado para mí, pero, de pronto me llegó una invitación de oficina. Querían que fuera líder de un grupo en el Programa Alterno. La clave era la misma que en Unidos convencional: un grupo de amigos conviviendo  pero aquí los horarios son más flexibles y los ambientes más naturales persiguiendo no solo la aceptación sino la inclusión. Mi única respuesta fue decir SI, no tenía que pensarlo, no sabía a donde saldríamos, ni quiénes estarían en mi grupo, lo único en lo que pensaba era en vivir esa magia, en volver a recibir esas sonrisas y caras contentas que Unidos provoca.
Hoy sigo siendo miembro activo en Unidos. Siempre que mi trabajo me lo permita asisto a los programas que se me acomoden. Soy líder de un grupo Alterno y llevo su modelo a mi vida diaria. Mi grupo de amigos más cercano los conocí en Unidos. Conozco a personas de otros estados de la república que solamente he visto una vez en la vida, pero compartimos ese amor y tenemos ese compromiso con el modelo Unidos. Ya no hay indiferencia de mi parte ante la discapacidad. Unidos me cambió la vida y lo mejor de todo, es que lo sigue haciendo, después de 3 años...y contando.

 Para terminar quiero compartirles una anécdota de tantas que he vivido en Unidos. Estando en De Reven 2008, me tocó estar en un taller donde cada grupo hacía sombreros de Santa Claus para la Navidad. Yo estuve apoyando en sus recortes y manualidades a los hermanos Villegas del grupo Fosfo. Ellos, no pueden comunicarse con palabras, pero pueden expresar la alegría con sus ojos. Al terminar los gorros para cada uno les dije que les tomaba una fotografía para guardar el momento, pero ellos, me tomaron de la mano y me pidieron que me tomara una foto con ellos. Me dió tantísima alegría.  Y es que no hay palabras con las cuales se pueda describir todo lo que Unidos ha hecho en mi vida. Pero puedo demostrártelo, con una sonrisa.

Jimmy Del Toro



No hay comentarios:

Publicar un comentario