Todo comenzó un verano del 2004, joven y algo inmaduro, el
mundo de las personas con discapacidad era algo totalmente alejado de mi
percepción, empezó por amigos que ya
tenían tiempo en algunos campamentos por lo cual me invitaron y todo fue parte del “Porque no?”
El primer día recuerdo que fue el más difícil, no entendía la magnitud de las
cosas, mi primera convivencia fue con un niño autista, de los fuertes y
correlones, recuerdo que pase toda el día detrás de él porque tampoco sabía
cómo interactuar, al terminar el día pensaba que eso no era para mí, que tal
vez había otras personas que tenían más sensibilización que yo, fui a mi casa
frustrado.
Llegó el segundo día y fue más voluntad que deseo, tenía la
sensación que iba a ser otro día difícil, al llegar y ver las caras, sonrisas y
alegría, fue cuando entendí lo que estaba pasando, la música, el ambiente, las
risas, los juegos, la amistades que se formaban desde el primer día. Todos
éramos iguales, no había grandes ni pequeños, ricos ni pobres, solo eran el tipo de personas
que estaban ahí por una causa, mostrar al mundo y a la sociedad que todos somos
una sola cosa.
Campamento tras campamento conocía nuevos amigos, el primer
día de cada campamento siempre fue el más feliz al ver caras nuevas y otras no
tanto. Y claro el último día con sentimientos encontrados al saber que se
terminaba una etapa más, pero estabas tranquilo y alegre por saber que todos
aquellas personas habían dejado huella en ti; Carlos, Becker, Rosita, Alonso, Alondra,
Milka, Giovanna, Kawas, Yoshi, con ellos era un niño más, solo buscaba la forma
de hacer de cada día un día especial, que cada día del campamento tuviera un
toque diferente y una travesura nueva.
Fueron 3 años continuos de campamento, jamás olvidare el día
en el que durante un encuentro de valores, Carlitos Treviño un niño con
síndrome down de 3 años que aún no hablaba, le dijo a su mamá que yo era Beto,
todavía recuerdo a su mamá llorando de alegría agradeciéndome por lo que los
voluntarios hacíamos con los niños, en ese momento no pude expresar ninguna
palabra de la emotividad que sentía, pero creo que si la volviera a ver le
agradecería a ella por lo que cada niño, cada joven y cada adulto logró con
nosotros, mi vida es una antes de Unidos y otra totalmente diferente después de
Unidos, creo que hablo por muchos voluntarios al decir que el aprendizaje nos
lo llevamos nosotros y que nosotros somos los que debemos de agradecer a ellos.
Con el tiempo me aleje por motivos escolares, mi verano se
convirtió en trabajo y poco a poco me fui alejando del ambiente Unidesco,
termine mi carrera en diciembre del 2010 y empezó la búsqueda de trabajo, habían
pasado apenas dos meses y realmente estaba desesperado en encontrar algo, aún
sin trabajo llegó el mes de julio y después de varios años de estar alejado, de
nuevo me llegó la invitación para participar en el campamento de Unidos, me
llegó la noticia con mucha emoción pero a la vez con cierta incertidumbre ya
que estaba en un proceso de reclutamiento para una empresa, acepte sin pensarlo
aclarando que me podrían hablar en cualquier momento y tendría que dejar el
campamento, se llegó el día 1 y volvió la magia, fue como si aquella chispa
volviera a brillar de nuevo, mucho y poco había cambiando desde aquella última
vez, aquellos peques del grupo melón ya
eran todo unos jóvenes, algunos hasta más altos que yo, pero lo que seguía
igual era aquel carisma y aquella felicidad,
me alegraba mucho saber que algunos de aquellos niños aún recordaban mi
nombre y aquellos pasos de baile que inventábamos cada campamento.
Día a día se iban formando nuevos amigos y otra vez nuevos
aprendizajes, no importaba estar mucho tiempo en el sol, es más la única forma
en la que te dabas cuenta que había sol era hasta al llegar a tu casa y verte
en el espejo. Conocí una nueva faceta de Unidos al pasar de ser voluntario a
ser parte del Staff, ya no solo conocía a los peques del melón ahora había
mayor amplitud: Lupillo, Magaly, Johnny, Nana, Moy, Nene, Juanca, América, no
terminaría de nombrar a todos, día a día sabía que tenía que vivirlo al máximo
porque quien sabe, podría ser el último en el campamento, tal vez al siguiente
día podría estar ya trabajando. Pasaron volando las 4 semanas que dura el
verano, con nuevas amistades, risas,
reuniones, fiestas, paseos, nuevas funciones ya que alguno que otro día me tocaba
fingir de animador, no tenía ni idea de cómo actuar en un micrófono con mucha
gente, creo que más bien la clave era la música prendida y tratar de dar animo
a los que llegaban dormidos en la mañana o los que estaban agotados ya por la
tarde. A la cuarta semana se llegó el día de la misa con motivo de dar gracias
por lo vivido durante ese mes mágico, todos muy bien portados, veías algunas
caras ya nostálgicas de saber que pronto acabaría el verano, fue ahí cuando
justo terminando la misa recibí la llamada con la noticia de que estaba
contratado, mi primer trabajo, fue ahí cuando comprendí que no existen las
casualidades, que existen lugares a los que vamos por una razón, que hay personas
que se cruzan en momentos adecuados y que existen otros muchos que siembran en
tu vida una semilla, que siempre estarán ahí no importando a donde vayas, sabes
que siempre habrá muchas sonrisas esperando en aquel lugar, en aquella carpa,
que cada vez que escuches aquella canción del verano vendrán a ti aquellos
momentos inolvidables donde el tiempo no importaba y el día parecía que duraba
solo unas horas. Es imposible imaginar ir al parque España, al bioparque, al
cine, o al boliche sin imaginarte todos aquellos camiones llegando en masa,
esas tantas sillas de ruedas armándose y desarmándose una y otra vez, todo por
una razón; demostrar la igualdad.
Siempre he creído que cada vida es como una película,
algunos eligen una comedia, un drama e incluso un género de misterio, si hoy
tuviera que resumirlo en una sola palabra sería GRACIAS, por Estela la
directora de la película que se baso en una historia real, por el Staff los
generadores de este movimiento, los que están atrás de todo pero sin duda hacen
una función fundamental y única, a los voluntarios que como el público, sin ellos no sería posible el éxito de esta
causa, a los padres de cada uno de nuestros amigos con discapacidad, por forjar
y luchar día a día para que esta película se lleve a cabo, y más que nada a los
niños, jóvenes y adultos con discapacidad, ellos son los actores principales,
los dignos de ganarse un Oscar, los que te pueden llevar hasta el borde de la
felicidad y de un momento a otro te
pueden llevar hasta las lágrimas, siempre estaré muy agradecido por haber sido
parte de esta causa, y que por mucho o poco que pude aportar, yo fui el que
salí ganando, soy parte de una película, una película llamada Unidos.
Beto Iglesias
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